Cádiz, Tacita de plata, la ciudad más antigua de occidente, ciudad trimilenaria. Por ella han pasado durante siglos diversas civilizaciones, que han dejado huella en el Cádiz actual. Cádiz romana, fenicia y mora. Pasear por sus calles y volver la vista atrás para conocer nuestros orígenes.
Puedes visitar diferentes yacimientos arqueológicos del Gadir fenicio o la Gades romana. También edificios emblemáticos de épocas posteriores, como los castillos de San Sebastián y Santa Catalina, la Catedral, la Torre Tavira,… pero andar por Cádiz es un paseo por la historia, la cultura y el arte. Cada calle, cada esquina, tiene una historia.
Junto a Cádiz, la ciudad de la libertad. En esta ciudad se gestó parte importante de la primera Constitución de España, la de 1812, conocida popularmente como La Pepa. Una ciudad marinera con una importante vinculación al mundo de la Armada. La Población Naval de San Carlos, el Arsenal de la Carraca, el primero de toda España,… Sin duda, historia de ayer y de hoy que merecen la atención y el conocimiento de todos.
Si hablamos de ciudades marineras, no podemos pasar por alto El Puerto de Santa María, aunque en cuestión de historia, El Puerto tiene a sus espaldas siglos de paso de civilizaciones, y cuenta con el honor de ser una de las ciudades que Cristóbal Colón arribó en pleno descubrimiento de América.
La impronta andalusí. Benamahoma, Alcalá, Zahara, Algar, Arcos de la Frontera, Setenil de las Bodegas, Bornos, Prado del Rey, El Bosque, Ubrique, Grazalema,.. un total de 19 pueblos donde el blanco de cal y el trazado de sus calles evoca directamente al pasado andalusí. Cultivo de pieles, elaboración de dulces, las más típicas tradiciones de culturas anteriores.
Jerez monumental. Una ciudad señera, herencia de las diversas culturas que habitaron sus territorios. Pasear por Jerez es disfrutar de barrios con solera, calles, plazas y rincones donde fuentes y naranjos se mezclan con palacios, iglesias y bodegas. Su imponente Catedral, el Monasterio de La Cartuja, monumentos religiosos y civiles, pero sobre todo, su tradición: el vino, el caballo y el flamenco, este último presente en dos de sus barrios más puros, Santiago y San Miguel. Toda una experiencia para los sentidos, una ciudad que enamora.